jueves, febrero 09, 2006

CAPÍTULO 8



CAPÍTULO 8
"La audiencia"

Harry jadeó; no podía evitarlo. La larga mazmorra en la que había entrado le era horriblemente familiar. No sólo la había visto antes, había estado aquí antes. Era el lugar que había visitado dentro del pensadero de Dumbledore, el lugar donde había observado como los Lestrange eran sentenciados a cadena perpetua en Azkaban Las paredes estaban hechas de piedra oscura, débilmente iluminada por antorchas. Bancos vacíos se alzaban a ambos lados pero enfrente, en los bancos más elevados, se encontraban muchas figuras oscuras. Hablaban en voz baja, pero cuando la pesada puerta se cerró detrás de Harry se produjo un silencio amenazador. Una fría voz masculina sonó a través de la sala -Llegas tarde. -Lo siento- se disculpó Harry nervioso - No......no sabía que habían cambiado la hora. -Eso no es culpa de Wizengamont - continuó la voz - Se te envió una lechuza esta mañana. Toma asiento. Harry bajó la mirada hacia la silla que estaba en el centro de la habitación, cuyos brazos estaban cubiertos de cadenas. Había visto esas cadenas cobrar vida y amarrar a quienquiera que se sentara entre ellas. Sus pasos hacían eco ruidosamente mientras caminaba a través del suelo de piedra. Cuando se sentó cautelosamente en el borde de la silla, las cadenas tintinearon amenazadoramente, pero no lo apresaron. Sintiéndose bastante mareado, levantó la vista hacia las figuras sentadas en los bancos superiores. Había alrededor de cincuenta personas, todas, por lo que podía ver, vistiendo ropas color ciruela con una W bordada en plata en el lado izquierdo del pecho, y todos apuntaban sus narices hacia él, algunos con expresiones muy austeras, otros luciendo francamente curiosos. En el centro de la primera fila se sentaba Cornelius Fudge, el Ministro de Magia. Era un hombre corpulento que habitualmente llevaba un sombrero verde lima del cual había prescindido en esta oportunidad. Ofrecía la misma sonrisa indulgente que tenía la última vez que había hablado con Harry. Una bruja de mandíbula cuadrada con el pelo gris muy corto, se sentaba la izquierda de Fudge; llevaba un monóculo y lucía imponente. A la derecha de Fudge había otra bruja, pero estaba sentada muy atrás en el banco y su rostro quedaba en la sombra. -Muy bien- comenzó Fudge-. El acusado está presente, finalmente, así que podemos empezar. ¿Estás preparado?- preguntó a alguien situado en la fila inferior. -Sí señor- contestó una voz impaciente que Harry conocía. El hermano de Ron, Percy, estaba sentado en el extremo del banco. Harry lo miró, buscando alguna señal de reconocimiento hacía él, pero no la hubo. Detrás de sus lentes con montura de carey, los ojos de Percy estaban fijos en su pergamino y en la pluma suspendida en su mano. -Audiencia disciplinaria del 20 de Agosto- expresó Fudge con voz resonante, y Percy comenzó a tomar notas de inmediato - por el delito cometido de acuerdo con el Decreto para la Razonable Restricción de la Brujería en Menores de Edad y el Estatuto Internacional de Secreto, contra Harry James Potter, residente en el numero 4 de Privet Drive, Little Whinging, Surrey. Interrogadores: Cornelius Oswald Fudge, Ministro de Magia; Amelia Susan Bones, Directora del Departamento de Ejecución de la Ley Mágica; Dolores Jane Umbridge, Subsecretaria Senior del Ministerio. Escriba de la Corte, Percy Ignatius Weasley. -Testigo para la defensa, Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore- declaró una voz tranquila por detrás de Harry, quien giró la cabeza tan rápido que le crujió el cuello. Dumbledore cruzaba la sala a grandes zancadas vistiendo una larga túnica azul noche y con una expresión completamente calmada. Su barba y cabello, largos y plateados, brillaban a la luz de las antorchas mientras llegaba a la altura de Harry y alzaba la vista hacia Fudge a través de sus anteojos de media luna, que descansaban a medio camino de su torcida nariz. Los miembros del Wizengamot empezaron a murmurar. Todos los ojos estaban ahora clavados en Dumbledore. Algunos lucían molestos, otros ligeramente atemorizados; dos brujas ancianas de la fila de atrás, sin embargo, levantaron sus manos y las agitaron como señal de bienvenida Una poderosa emoción había crecido en el pecho de Harry ante la visión de Dumbledore, una fortaleza, un sentimiento esperanzador parecido al que le daba el canto de un fénix. Quería encontrar la mirada de Dumbledore pero éste no miraba en su dirección, continuaba clavando sus ojos en un claramente nervioso Fudge. -Ah- exclamó Fudge, que lucía completamente desconcertado-. Dumbledore, sí. Ehm...recibiste nuestro....ehmm... mensaje indicando que la hora y.ehmmm.. el lugar de la audiencia había sido cambiado ¿no? -Debe haberse extraviado- contestó Dumbledore alegremente-. Sin embargo, debido a un afortunado error he llegado al Ministerio tres horas antes, así que no han habido daños. -Sí, bien, supongo que necesitaremos otra silla....yo.... Weasley ¿podrías..? -No te preocupes, no te preocupes- lo calmó Dumbledore amablemente; sacó su varita, dio un pequeño golpe y una mullida silla de cretona apareció de la nada al lado de Harry. Dumbledore se sentó, puso las puntas de sus largos dedos juntas y escrutó a Fudge por encima de ellos con una expresión de cortés interés. Los miembros del Wizengamont continuaban murmurando e impacientemente nerviosos; solo se calmaron cuando Fudge habló nuevamente. -Sí- expresó Fudge, barajando sus notas-. Bien, entonces. Pues. Los cargos, sí- Extrajo un pergamino de una pila que se encontraba a su lado, aspiró profundamente y leyó- Los cargos contra el acusado son los siguientes: El dos de agosto, a las nueve horas y veintitrés minutos, el acusado, deliberadamente y con plena conciencia de la ilegalidad de su acción, pese a haber recibido un escrito de advertencia previo del Ministerio de Magia por un cargo similar, produjo un Hechizo Patronus en un área habitada por Muggles y en presencia de un Muggle, lo que constituye un delito registrado en el Párrafo C del Decreto para la Razonable Restricción de la Brujería en Menores de Edad, de 1875, así como en la Sección Decimotercera de la Confederación Internacional del Estatuto del Secreto de la Magia. -¿Eres Harry James Potter, del numero 4 de Privet Drive, Little Whinging, Surrey?- interrogó el Ministro mirando airadamente a Harry por encima del pergamino. -Sí, lo soy- respondió Harry -Recibiste un aviso oficial del Ministerio por usar magia ilegal hace tres años ¿es así? -Sí, pero. -¿Y aún así convocaste un Patrunus en la noche del dos de Agosto?- insistió Fudge -Sí- afirmó Harry -pero. -¿Sabiendo que no se te permitía hacer magia fuera de la escuela mientras tuvieras menos de diecisiete años? -Sí, pero. -¿Sabiendo que estabas en un área repleta de Muggles? -Sí, pero.. -¿Completamente consciente de que estabas cerca de Muggles en ese momento? -Sí- repitió Harry, enfadado-, pero sólo la usé porque estábamos... La bruja con el monóculo le cortó con un estallido de voz -¿Hiciste un Patronus completo? -Sí- dijo Harry- porque.. -¿Un Patronus Corpóreo? -¿Un....qué? -preguntó Harry -¿Tu Patronus tenía una forma totalmente definida? Quiero decir ¿era algo más que vapor y humo? -Sí- afirmó Harry sintiéndose impaciente y ligeramente desesperado- Era un ciervo, siempre es un ciervo. -¿Siempre?- tronó Madam Bones -.¿Habías hecho un Patronus con anterioridad? -Sí -contestó Harry -Lo he hecho desde hace un año aproximadamente. -¿Y tienes quince años? -Sí, y. -¿Lo aprendiste en la escuela? -Sí, el Profesor Lupin me lo enseñó en el tercer curso, porque... -Impresionante- admitió Madam Bones mirándolo fijamente-. Un verdadero Patrunus a su edad. un hecho muy impresionante. Algunos de los magos y brujas que la rodeaban murmuraron nuevamente; unos pocos asentían, pero otros fruncían el ceño y sacudían sus cabezas -El asunto no es cuan impresionante fue su magia- recordó Fudge con voz irritada-. De hecho lo más impresionante, en mi opinión, es la gravedad del hecho. ¡El muchacho lo hizo ante los ojos de un simple Muggle! Aquellos que habían fruncido el ceño ahora murmuraban su aprobación, pero fue la vista de la pequeña cabeza inclinada del santurrón de Percy lo que incitó a Harry a intervenir. -¡Lo hice por causa de los Dementores!- exclamó fuertemente, antes que nadie pudiera interrumpirlo nuevamente. Estaba esperando más murmullos, pero el silencio fue tan grande que de algún modo pareció aún más denso que antes. -¿Dementores?- interrogó Madam Bones después de un momento, elevando sus cejas a tal punto que su monóculo pareció a punto de caer-.¿Qué quieres decir, muchacho? -¡Quiero decir que había dos Dementores en el callejón y fueron a por mí y a por mi primo! -Ah- dijo Fudge sonriendo burlona y desagradablemente mientras miraba al Wizengamot, como invitándolos a compartir el chiste-. Sí, sí, creo que ya hemos oído algo como eso. -¿Dementores en Little Whinging?- insistió Madam Bones con tono de gran sorpresa-. No entiendo..... -¿No entiendes, Amelia? - insinuó Fudge, aún sonriendo-. Déjame explicarte. Ha estado pensando mucho en esto y decidió que los Dementores serían una bonita tapadera, muy bonita en efecto. Los Muggles no pueden ver a los Dementores ¿verdad, chico? Sumamente conveniente, sumamente conveniente.. pero es sólo tu palabra y no tienes testigos.. -¡No estoy mintiendo! -chilló Harry, provocando otro estallido de murmullos en la corte-. Había dos, viniendo de lados opuestos del callejón, todo se volvió oscuro y frió y mi primo los sintió y corrió lejos de ellos... -¡Suficiente!¡Suficiente!- bramó Fudge, con una mirada desdeñosa -. Siento interrumpir lo que estoy seguro será una historia muy bien ensayada. Dumbledore se aclaró la garganta. El Wizengamot guardó silencio de nuevo. -Tenemos, de hecho, un testigo de la presencia de los Dementores en el callejón -explicó-, otro aparte de Dudley Dursley, quiero decir. La redonda cara de Fudge pareció disminuir, como si alguien hubiera dejado salir todo el aire de su interior. Miró fijamente a Dumbledore por un momento o dos; luego, con lo que parecía un gran esfuerzo, señaló: -No tenemos tiempo para escuchar más tonterías, lo siento Dumbledore. Quiero acabar con esto cuanto antes. -Puedo estar equivocado- replicó amablemente Dumbledore -, pero estoy seguro que bajo el Estatuto de Derechos del Wizengamot, el acusado tiene derecho a presentar un testigo para su caso. ¿No es esa la política del Departamento de Cumplimiento de la Ley Mágica, Madam Bones?-continuó, dirigiéndose a la bruja del monóculo -Cierto- afirmó la aludida -. Completamente cierto -Oh, muy bien, muy bien- soltó Fudge -¿Dónde está el testigo? -La he traído conmigo- comentó Dumbledore -.Está justo detrás de la puerta ¿puedo ir a....?- -No. Weasley, ve tú. - ordenó Fudge a Percy, quien se levanto rápidamente, bajó las escaleras del balcón de jueces y corrió pasando a Dumbledore y Harry sin mirarlos siquiera. Al momento regresó seguido por la Señora Figg. Parecía asustada y mucho más alelada que nunca. Dumbledore se levantó y dejó su silla a la Señora Figg, conjurando de inmediato otra para él -¿Nombre completo? - interrogó Fudge cuando ésta se sentó nerviosamente el borde de su asiento. -Arabella Doreen Figg- contestó con voz temblorosa. -¿Y quién es usted exactamente? - pregunto Fudge, con voz aburrida -Soy una residente de Little Whinging, cerca de donde vive Harry Potter. -No recuerdo que ningún mago o bruja viva en Little Whinging, aparte de Harry Potter- apuntó Madam Bones-. Ese lugar ha estado siempre controlado, dados...dados los hechos del pasado. -Soy una Squib- aclaró la Señora Figg -Así que no puedo estar en el registro ¿no es así? - ¿Conque una Squib?- musitó Fudge mirándola atentamente-. Tendremos que comprobarlo. Deberá dejar los detalles de sus antepasados a mi asistente Weasley. A propósito ¿pueden los squibs ver a los Dementores?- añadió, mirando a derecha e izquierda del banco. -¡Por supuesto que podemos!- replicó la Señora Figg indignada. Fudge regresó su mirada a ella con las cejas alzadas. -Muy bien - dijo cínicamente -¿Cuál es su historia? -Había salido a comprar comida para gato a la tienda de la esquina de Wisteria Walk, alrededor de las nueve en punto la tarde del dos de agosto- comenzó de carrerilla, dando la impresión de que había aprendido lo que tenía que decir de memoria-, cuando oí un disturbio en el callejón entre Magnolia Crescent Y Wisteria Walk. Al acercarme a la boca del callejón vi a los Dementores corriendo... -¿Corriendo? - inquirió Madam Bones bruscamente -. Los Dementores no corren, se deslizan -Es lo que quería decir- se disculpó la Señora Figg rápidamente, sonrojándose al instante- deslizándose por el callejón hacia lo que parecían ser dos chicos. -¿Como eran? -preguntó Madam Bones, estrechando los ojos hasta que el final del monóculo desapareció dentro de su carne -Pues. uno era voluminoso y el otro más bien flacucho. -No, no - aclaró impaciente la Señora Bones - Los Dementores. descríbalos -¡Oh!- exclamó la Señora Fig., el rubor reptando ahora hasta el cuello- Eran bastante grandes. Grandes y... llevaban capas. Harry sintió un horrible agujero en la boca del estómago. Cualquiera podía decir aquello, sonaba igual que lo que hubiera dicho alguien que viera un cuadro de un Dementor, y una pintura nunca podría comunicar las cosas que eran reales: su escalofriante manera de moverse, suspendidos a una pulgada del suelo; o el pútrido olor que desprendían; o el terrible ruido metálico que hacían al aspirar el aire. En la segunda fila, un mago regordete con un bigote largo y negro se apoyó para susurrar al oído de su vecina, una bruja morena. Ella sonrió y asintió. -Grandes y con capas- repitió Madam Bones fríamente, mientras Fudge resoplaba burlonamente -.Ya veo ¿Alguna cosa más? -Sí- dijo la Señora Figg -. Los sentí. Todo se volvió frió, y eso que era una noche de verano muy calurosa. Y sentí. como si toda la felicidad se hubiera ido del mundo. y recordé...cosas terribles. Su voz tembló y se apagó Los ojos de Madam Bones se ensancharon levemente. Harry pudo ver marcas rojas bajo su ceja, en el lugar donde el monóculo se había hundido. -¿Qué hicieron los Dementores? -preguntó, y Harry sintió una ráfaga de esperanza. -Fueron hacía los chicos - explicó la Señora Figg, su voz era ahora más fuerte y segura, y el rubor había desaparecido de su cara -Uno de ellos se había caído. El otro estaba retrocediendo tratando de repeler al Dementor. Ese era Harry. Intentó hacerlo dos veces, pero sólo produjo un vapor plateado. Al tercer intento, creó un Patronus que cargó contra el primer Dementor, y luego, con gran valor, persiguió al segundo alejándolo de su primo. Eso fue lo que pasó- concluyó débilmente. Madam Bones miró a la Señora Figg. en silencio, Fudge no la miró para nada, pero removía nerviosamente sus papeles. Finalmente, alzó los ojos y preguntó con bastante agresividad -¿Así que eso fue lo que usted vio? -Eso es lo que pasó -repitió la Señora Figg -Muy bien -dijo Fudge -Puede marcharse La señora Figg lanzó una helada mirada desde Fudge a Dumbledore, y luego se levantó y caminó hacia la puerta arrastrando los pies. Harry oyó como se cerraba a su espalda. -No es un testigo muy convincente- declaró Fudge altivo. -Oh, no lo sé - dudó la Señora Bones, con su voz atronadora- Describió muy bien los efectos del ataque de un Dementor. Y no puedo imaginar por qué habría de decir que estaba allí si no lo estaba. -Pero....¿Dementores paseándose por un barrio Muggle y justo se van a topar con un mago? - masculló Fudge enojado- La probabilidad es muy, muy pequeña. Ni siquiera Bagman apostaría por ello. -Oh, no pienso que ninguno de nosotros crea que los Dementores estaban allí por coincidencia - señaló Dumbledore. La bruja que se sentaba a la derecha de Fudge, con el rostro en las sombras, se movió ligeramente. Todos los demás permanecieron quietos y en silencio -¿Qué se supone que quieres decir? - demandó Fudge fríamente -Quiero decir que pienso que se les ordenó ir allí - declaró Dumbledore. -¡Creo que tendríamos un informe si alguien hubiese enviado un par de Dementores a pasearse por Little Whanging! - ladró Fudge. -No si los Dementores recibieran ordenes de otra persona que no fuera del Ministerio de Magia, por esos días - comentó Dumbledore tranquilamente -Ya te di mi punto de vista sobre el asunto, Cornelius. -Sí, lo hiciste - aceptó Fudge enérgicamente -Y no tengo razones para creer que tu punto de vista sea otra cosa que una tontería, Dumbledore. Los Dementores están en sus puestos de Azkaban y aún hacen todo lo que les pido -Entonces - dijo Dumbledore, tranquila pero claramente- debemos preguntarnos por qué alguien con el permiso del Ministerio ordenó a un par de Dementores ir a ese callejón el día dos de agosto. En el completo silencio que dio la bienvenida a esas palabras, la bruja de la derecha de Fudge se inclinó hacia delante, de modo que Harry pudo observarla por primera vez. Pensó que parecía un sapo grande y pálido. Era rechoncha, con una ancha y flácida cara, un pequeño cuello semejante al del Tío Vernon y una boca grande y floja. Sus ojos eran grandes, redondos y ligeramente saltones. Incluso el pequeño lazo de terciopelo negro que llevaba en lo alto de su corto cabello rizado le hacían pensar en una gran mosca que estaba a punto de ser atrapada por una lengua bastante pegajosa. - The Chair recognises, Dolores Jane Umbridge, Subsecretaria Señor del Ministerio - anunció Fudge La bruja habló con una voz agitada y aguda, propia de una niña pequeña, cosa que desconcertó a Harry quien casi esperaba que croase. -Estoy segura que le he entendido mal, Profesor Dumbledore - le dijo, con una sonrisilla aunque sus ojos permanecían fríos- ¡Tonta de mí, pero por un instante me sonó como si estuviera sugiriendo que el Ministerio de Magia había ordenado un ataque sobre este muchacho! Lanzó una argentina risa que hizo que los pelos de la nuca de Harry se erizaran. Unos pocos miembros de Wizengamot rieron con ella. Era sencillo observar que ninguno de ellos estaba realmente divertido. -Si es cierto que los Dementores solo reciben ordenes del Ministerio de Magia, y también es cierto que dos Dementores atacaron a Harry y a su primo hace una semana, eso nos lleva lógicamente a que alguien en el Ministerio debe haber ordenado los ataques -declaró Dumbledore -Aunque , por supuesto, esos Dementores en particular pudieron haber estado fuera del control del Ministerio. -¡No hay Dementores fuera del control del Ministerio! -chilló Fudge, que se había puesto rojo ladrillo. Dumbledore inclinó su cabeza en una pequeña reverencia. -Entonces, indudablemente el Ministerio debería hacer una completa investigación sobre por qué dos Dementores estaban tan lejos de Azkaban y por qué atacaron sin autorización. -¡No es asunto tuyo decidir lo que hace o deja de hacer el Ministerio de Magia, Dumbledore! -estalló Fudge, quien ahora tenía un matiz magenta del cual el tío Vernon estaría orgulloso. -Por supuesto que no lo es - concedió Dumbledore apaciblemente - Sólo estaba expresando mi confianza en que este asunto no será dejado sin investigación. Le echó un vistazo a Madam Bones que reajustaba su monóculo y le miraba fijamente frunciendo el ceño. -Quiero recordar a todo el mundo que el comportamiento de esos Dementores, si realmente no son invenciones de la mente de este muchacho, ¡no es el tema de esta audiencia! - bramó Fudge - ¡Estamos aquí para juzgar el delito de Harry Potter contra el Decreto para la Razonable Restricción de la Brujería en Menores de Edad! -Desde luego que es por eso - apoyó Dumbledore -, pero la presencia de Dementores en el callejón es altamente relevante. La Cláusula Siete del Decreto establece que la magia puede ser usada ante Muggles en circunstancias excepcionales, incluyendo aquellas situaciones que pongan en peligro la vida del mago o la bruja mismo, o de cualquier otro mago, bruja o Muggle presente en el momento en que . -¡Estamos familiarizados con la Cláusula Siete, muchas gracias! - gruñó Fudge. -Por supuesto que sí- declaró Dumbledore cortésmente- ¿Entonces estamos de acuerdo en que la situación bajo la cual Harry utilizó en Encantamiento Patronus cae precisamente en las "circunstancias excepcionales" que describe la cláusula? -Si había Dementores, cosa que dudo. -Ya han escuchado la declaración de un testigo ocular -interrumpió Dumbledore -Si aun tienen alguna duda sobre los hechos llamen a la testigo y vuelvan a interrogarla. Estoy seguro que no se negará. -Yo.....eso....no - bramó Fudge, tonteando con los papeles frente a él -Esto es... ¡quiero acabar con esto hoy, Dumbledore! -Pero, naturalmente, no debería preocuparte cuantas veces tengas que escuchar a un testigo, si la alternativa es una seria injusticia - señaló Dumbledore. -¡Seria injusticia, mi sombrero! - exclamó Fudge a plena voz -¿Te has molestado alguna vez en sumar el número de fantasías que este chico nos ha contado, tratando de ocultar su escandaloso abuso de la magia fuera de la escuela, Dumbledore? ¡Supongo que habrás olvidado el Hechizo Levitatorio que usó hace tres años! -¡No fui yo! ¡Fue un elfo doméstico! - terció Harry -¿LO VES? - rugió Fudge, señalando ostentosamente hacia Harry -¡Un elfo domestico! ¡En una casa Muggle! .Te pregunto....... -El elfo doméstico en cuestión está actualmente empleado en la Escuela Hogwarts - comentó Dumbledore - Si quieres puedo convocarlo aquí al instante para que declare. -Yo.....no... ¡No tengo tiempo para escuchar a elfos domésticos! De todas formas no es la única vez. ¡Infló a su tía, por el amor de Dios! - chilló Fudge, golpeando su puño contra el banco y tirando una botella de tinta -Y tú, muy amablemente, no presentaste cargos en esa ocasión, aceptando, presumo, que ni los mejores magos pueden controlar siempre sus emociones -dijo tranquilamente Dumbledore, mientras Fudge intentaba quitar las manchas de tinta de sus notas. -Y ni siquiera he empezado con lo que hizo en la escuela. -El Ministerio no tiene autoridad para castigar a los estudiantes de Hogwarts por sus fechorías en la escuela. El comportamiento de Harry allí no es relevante para esta audiencia - aclaró Dumbledore, más cortésmente que nunca, pero con un ligero tono de frialdad detrás de sus palabras. -¡Oho! - exclamó Fudge -No es nuestro asunto lo que haga en la escuela ¿no? ¿Eso piensas? -El Ministerio no tiene poder para expulsar a los alumnos de Hogwarts, Cornelius, como te recordé la noche del dos de agosto - habló Dumbledore - Ni tampoco tiene el derecho de confiscar varitas sin cargos que hayan sido debidamente probados, como también te recordé la noche del dos de agosto. Con tu admirable prisa por asegurar que se sostenga la ley, inadvertidamente, estoy seguro, tu mismo has omitido unas cuantas leyes. -Las leyes pueden ser cambiadas -dijo Fudge ferozmente. -Por supuesto que sí - aceptó Dumbledore, inclinando la cabeza - y ciertamente pareces dispuesto a hacer muchos cambios, Cornelius. ¡¿Por qué, en las pocas semanas desde que fui invitado a abandonar el Wizengamot, se ha vuelto costumbre sostener un completo proceso criminal para tratar un simple problema de magia con menores de edad?! Unos cuantos magos por encima de ellos se movieron incómodos en sus asientos. Sin embargo, la bruja con cara de sapo continuó rígida, simplemente mirando fijamente a Dumbledore, su rostro sin expresión. -Por lo que sé- continuó Dumbledore - no hay todavía ley alguna que diga que el trabajo de esta corte sea castigar a Harry por cada conjuro de magia que haya realizado. Ha sido acusado de un delito específico y ya ha presentado su defensa. Todo lo que él y yo podemos hacer ahora es esperar su veredicto. Dumbledore volvió a juntar la punta de sus dedos y no dijo nada más. Fudge lo miró airadamente, evidentemente enfurecido. Harry dio un vistazo a Dumbledore, sintiéndose más tranquilo; no estaba del todo seguro que éste hubiera hecho lo correcto diciéndole al Wizengamot, de hecho, que ya era hora de que tomaran una decisión. De nuevo, sin embargo, el Director parecía no darse cuenta de sus tentativas para encontrar su mirada. Continuaba mirando hacia arriba, a los bancos, donde la totalidad el Wizengamor había caído en urgentes conversaciones susurradas. Harry miró sus pies. Su corazón, que parecía haberse hinchado a un tamaño antinatural, estaba latiendo fuertemente bajo sus costillas. Había esperado una audiencia más larga. No estaba totalmente seguro de haber causado una buena impresión. En realidad no había dicho mucho. Debería haber explicado mas ampliamente lo de los Dementores, sobre cómo se les había lanzado encima, sobre como tanto Dudley como él habían estado a punto de ser besados... Por dos veces había mirado a Fudge y abierto la boca para hablar, pero su corazón hinchado estaba ahora obstruyendo el paso del aire y en ambas oportunidades simplemente suspiró profundamente, y regresó la mirada hacia sus zapatos Entonces los murmullos pararon. Harry quiso mirar a los jueces, pero encontró que era mucho, mucho más fácil, seguir mirando sus cordones. -¿Quien está a favor de que el acusado quede limpio de cargos? - preguntó Madam Bones, con su resonante voz. La cabeza de Harry se elevó. Había manos en el aire, muchas. ¡más de la mitad! Respirando muy rápido, trató de contarlas, pero antes que pudiera acabar, Madam Bones continuó: -¿Y quien a favor de la condena? Fudge alzó su mano, como media docena más, incluida la bruja de su derecha, el mago de gran bigote y la bruja de cabello rizado de la segunda fila. Fudge miró a todos los presentes, como si tuviera algo atravesado en la garganta, luego bajó su mano. Dio dos largos suspiros y declaró, con la voz deformada por la rabia contenida. -Muy bien, muy bien... limpio de todos los cargos. -Excelente - comentó Dumbledore enérgicamente, saltando sobre sus pies, alzando su varita y haciendo que las dos sillas de cretona desaparecieran - Bien, ahora debo partir. Tengan todos un buen día Y sin una sola mirada a Harry, abandonó la mazmorra.

No hay comentarios.: